Epístolas a las Iglesias

Cierta noche de invierno, a altas horas de la noche, me encontraba sin poder conciliar el sueño debido a una inquietud que el Espíritu Santo me había impuesto y que hasta el momento no sabía cual era. A medida que la noche avanzaba me percaté de la encomienda para la cual se me había mantenido despierto esa noche fría y ventosa. Estando yo en mi aposento leyendo y estudiando la ley y los profetas para evangelizar a todo aquel merecedor de la vida y hacer una defensa ante cualquiera que así lo requiriese.

De entre los muchos siervos del Señor fieles y valerosos encontrados en su Palabra, había uno que me agradaba sobremanera debido a la semejanza que había entre él y yo. Una semejanza tal que abarcaba desde nuestra preparación hasta nuestro celo por perseguir a los escogidos de Dios y hacerlos prisionero. La preparación de ambos habiendo sido educados profundamente en la Palabra del Señor.

Tanto él como yo fuimos rescatados directamente por el Señor Jesucristo al hablarnos y mostrarnos el error al estarlo persiguiendo sin saberlo, me fue impuesta una encomienda similar al siervo Saulo; de él estoy hablando, de Saulo de Tarso, mejor conocido como nuestro amado hermano Pablo, apóstol a los gentiles. Al igual que Pablo, el Señor me llamó a servirle como apóstol a las iglesias. No me glorío de haber perseguido a la iglesia de Cristo y haber entrampado a muchos en la ceguera espiritual al entregarlos a la oscuridad de Satanás. Me entristece hasta el llanto el haber sido usado por el enemigo en ese trabajo, pero el Señor me mostró la ignorancia por la cual fui engañado y como Él me libertó para ahora dar luz a las naciones. Cuando el Señor me mostró el camino que seguiría a partir de su llamado no pude dejar de angustiarme al saber que ahora yo sería perseguido al igual como yo había perseguido a la iglesia antes. El mensaje que Dios me ha dado para su iglesia es refrescante para los que aman al Señor y fuego consumidor para los que se deleitan en los placeres de la carne.

Debo deciros a todos vosotros hermanos que estáis leyendo estas palabras, no importa que seáis cristiano o aún no lo seáis, Jesús os ama a todos vosotros, Jesús te ama a ti...
 
DESCRIPCIÓN:
Tamaño: 1014 ks
Páginas: 212
Palabras: 25267
Idioma: Español






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